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26 de julio de 2012

LAS COSAS POR SU NOMBRE

Si bien ya estamos acostumbrados a que el gobierno maquille sus medidas con nombres rimbombantes, las cosas no cambian porque se les cambie la denominación. Eliminar una paga extra sigue siendo una bajada salarial, aunque se le llame 'retención'... y los trabajadores seguimos siendo la clase obrera, aunque sea más bonito llamarnos clase media.


Una de las consecuencias de que en las últimas décadas se haya multiplicado el consumo gracias a la ilusión del crédito fácil, ha sido la pérdida del llamado sentimiento de clase: todos pensamos que por tener una casa, un coche y un smartphone de última generación hemos 'superado' esa fase y escalado puestos en la pirámide social. Pero no podemos olvidar que ese nivel de vida está sustentado en la deuda, convirtiéndonos así en esclavos de nuestro propios anhelos . ¿Somos entonces realmente 'clase media'?

Resulta interesante retroceder a Marx en este punto, y observar la clasificación social que realiza. Para el marxismo, las clases sociales no se dividen en función de la renta, sino en función del papel que desempeñan en la sociedad. Así, por un lado están los trabajadores (aquellos que dependen de 'vender' su fuerza de trabajo para subsistir), por otro lado la burguesía (aquellos que debido a que poseen los medios de producción, pueden recurrir a los trabajadores) y por último, una clase que desde la perspectiva marxista, está avocada a la desaparición: la llamada clase media, o los pequeño-burgueses (aquellos que poseen algo de propiedad, pero no la suficiente como para poder vivir de ella).

Esta última clase está llena de contradicciones, por definición: Sabe que no puede competir de igual a igual con los burgueses más poderosos, partidarios de la liberalización total, por lo que aunque comparten cierto programa político, en cierta manera es reaccionaria y conservadora. A juicio de Marx, esta clase tiene una tendencia natural a que una pequeña minoría acabe entrando en la 'gran burguesía' y a que el resto acabe formando parte de la clase trabajadora. Desde esta perspectiva, somos inequívocamente clase trabajadora: dependemos de nuestro trabajo para subsistir.

Mirando un poquito la historia, nadie puede negar que tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial, la clase trabajadora ha alcanzado las cotas más altas de bienestar de las que ha gozado nunca. Surge entonces la llamada sociedad de consumo. En esta época de vino y rosas, los trabajadores conquistaron derechos, alcanzaron un poder adquisitivo considerable (basado principalmente en el endeudamiento) y disfrutaban de empleos estables que les permitían hacer frente a las deudas que iban adquiriendo. 

Las causas merecen un sesudo análisis que escapa al objetivo de este post, pero entre ellas se encuentran innegablemente tanto las políticas públicas de estímulo económico para regenerar el caos y destrucción generado por la guerra, como (sobre todo) el miedo a la influencia 'romántica' del ideal socialista, apoyada por el 'contrapeso' de la URSS o el triunfo de revoluciones como la cubana. 

Pero a finales de los 60, este capitalismo 'fordiano' comenzó a decaer, y consecuentemente, fueron revelándose las realidades de las clases sociales. Principalmente por dos motivos: por un lado, las familias estadounidenses ya disponían de su casita, su coche, su televisión y demás objetos de consumo, por lo que el crecimiento económico comenzó a decaer; y por otro, la recuperación económica de los países que más devastación sufrieron en la Segunda Guerra Mundial como Alemania o Japón, puso en peligro la hegemonía económica de los EEUU en el mundo occidental... y fue así como llegó la  ofensiva neoliberal liderada por Thatcher y Reagan llegó a finales de los 70. Tras probar las recetas económicas de Milton Friedman y la Escuela de Chicago en dictaduras bananeras apoyadas por los EEUU, el neoliberalismo se extendió por los países 'democráticos'. Y lo hizo hasta tal punto que incluso la socialdemocracia acogió sus principios básicos, abandonando progresivamente las ideas de igualdad social en favor de una mayor individualización. Las brecha salarial entre ricos y pobres se multiplicó de manera espectacular, y el sueño de la clase media se desvaneció


La caída del bloque soviético no hizo sino profundizar en las diferencias sociales. El capitalismo se quitó su careta de bondad ahora que su némesis había caído, y volvió a mostrar la realidad de la sociedad de la que Marx ya hablaba, mostrando la clara división entre clase obrera y clase capitalista que el mal llamado 'fin de la historia' no ha hecho sino corroborar... pero con una sociedad amuermada que ha perdido ese sentimiento de clase del que os hablaba al principio.


Creo que ya es hora de llamar las cosas  por su nombre. Somos trabajadores. La clase obrera de toda la vida. Y más nos vale estar unidos y dejar de creernos el espejismo de la clase media, porque como el propio Warren Buffet declaró hace pocos años "la guerra de clases existe, pero es mi clase, la clase de los ricos, quienes hacemos la guerra y por ahora, vamos ganando".

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